Soacha se encuentra en medio de una conversación compleja sobre el grafiti, sus límites y su lugar en el espacio público. Mientras algunos lo ven como una forma de vandalismo que deteriora la ciudad, otros lo reconocen como una expresión artística con potencial para enriquecer el entorno urbano.
Recientemente, la Plaza de Mercado de Soacha, cuya fachada había sido renovada, amaneció cubierta de grafitis. Este hecho ha generado indignación entre comerciantes y vecinos, quienes denuncian el daño a la propiedad pública y exigen medidas para controlar este tipo de acciones.
Sin embargo, este incidente también ha reavivado el debate sobre la delgada línea que separa el vandalismo del arte urbano. Si bien es cierto que rayar fachadas y bienes públicos sin autorización es un acto que afecta la imagen de la ciudad y genera inseguridad, también es importante reconocer que el grafiti puede ser una poderosa herramienta de expresión artística.
«El grafiti es un arte que nace en la calle y que busca comunicar un mensaje», afirma Juan, un joven artista urbano de Soacha. «No se trata solo de rayar paredes, sino de plasmar ideas, emociones y reivindicaciones a través del color y la creatividad».
Es importante diferenciar entre el grafiti artístico, que se realiza con planificación, técnica y respeto por el entorno, y el vandalismo que busca dañar y degradar el espacio público.