Julio, el mes de los nuevos incrementos en el precio de la gasolina, ha llegado con una subida de 600 pesos, dejando a los ciudadanos colombianos preguntándose hasta cuándo tendrán que soportar estos constantes aumentos. Además, surge la incógnita sobre qué ocurrirá con el precio del ACPM, otro tema que preocupa a los consumidores.

El Gobierno nacional insiste en su plan de cerrar el déficit del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), lo que ha llevado a un aumento continuo en el precio de la gasolina desde octubre del año pasado. Aunque muchos expertos defienden esta medida, los consumidores no están tan convencidos.

En octubre de 2022, el incremento fue de 200 pesos, dejando el precio promedio del galón en 9.263 pesos. Sin embargo, en los últimos tres meses, la gasolina ha experimentado un aumento de 600 pesos, alcanzando un promedio de 12.964 pesos en las principales ciudades del país.

Ante esta situación, los consumidores se preguntan cuándo terminará esta escalada de precios. Aunque la inflación ha alcanzado su punto máximo y las tasas de interés han dejado de subir, la situación de la gasolina no parece cambiar.

Según las investigaciones económicas del Banco Bogotá, el precio de equilibrio de la gasolina para igualar el precio internacional se estima en alrededor de 16.000 pesos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas estimaciones podrían variar si los precios internacionales de los combustibles continúan aumentando.

Es importante recordar que Colombia paga a Ecopetrol el precio internacional, ya que cualquier cambio en la fórmula disminuiría las ganancias que recibe el Estado y sería más rentable para la empresa exportar la gasolina en lugar de venderla en el mercado local. A pesar de las propuestas de algunos políticos, el Gobierno nacional se ha mantenido firme en su postura.

Los conductores están cada vez más preocupados por el exagerado aumento en el precio de la gasolina, y las declaraciones del presidente Gustavo Petro sobre los incrementos mensuales solo aumentan la inquietud. La incertidumbre y la frustración continúan creciendo entre los colombianos, quienes se ven afectados directamente por estos continuos ajustes en el precio de un elemento esencial para su movilidad y economía diaria.