El Vaquero, fundada en 1951 por Juan Crisóstomo Restrepo, ha sido un pilar en la producción de artefactos pirotécnicos como voladores, bengalas, y totes. La empresa ha sobrevivido a través de dos familias y tres generaciones, convirtiéndose en un ícono dentro de la industria pirotécnica colombiana.

Carlos Alberto Carvajal, quien compró la empresa en la década de 1970, expandió el negocio significativamente, enfrentándose a una creciente regulación del uso de la pólvora. Su hijo, Carlos Andrés Carvajal, actualmente dirige la empresa bajo el nombre de Industrias Martinicas El Vaquero SAS y es una figura influyente en la Federación Nacional de Pirotécnicos (Fenalpi).

A pesar de los desafíos, El Vaquero ha mantenido su posición en el mercado, operando en 26 departamentos de Colombia y participando en eventos nacionales importantes. Sin embargo, los recientes incidentes, incluyendo otra explosión en 2018, han puesto en alerta a la comunidad de Soacha, que exige mayores medidas de seguridad.

Los vecinos del barrio Ducales, donde se encuentra la fábrica, relatan con preocupación las explosiones anteriores y el temor constante que sienten por la seguridad de sus familias. Este nuevo incidente subraya la necesidad urgente de una revisión exhaustiva de las condiciones operativas de la polvorera y la implementación de estrictas medidas de seguridad para prevenir futuras tragedias.

El legado de El Vaquero, que ha sido parte de la tradición pirotécnica colombiana por décadas, se encuentra en un momento crítico. La comunidad de Soacha y las autoridades nacionales deben trabajar conjuntamente para asegurar que esta histórica empresa pueda operar de manera segura y sostenible en el futuro.